Sobre el peso constituyente
martes, 14 de julio de 2009
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Por Claudio Guaita
Al pasar los primeros meses del año 1859 el movimiento liderado por Pedro León Gallo adquiría todas las características de Revolución, con lo cual, el corte de las comunicaciones fue una de las primeras medidas de presión, instauradas por parte del gobierno de Manuel Mont, que se declararon en contra de la revolución.
Acá se dieron dos situaciones de convergencia; por un lado la circulación del metálico hacia la ciudad de Copiapó se detiene. El ingreso de pesos oficiales se interrumpe con la esperanza de hacer entrar en colapso la economía regional y con ellos lograr diluir y separar las fuerzas Revolucionarias. Para esa época, el Chile de 1859, existía un sistema monetario bimetálico, esto significaba que existan dos tipos de monedas circulando: monedas de oro y monedas de plata. Las monedas de oro eran usadas para transacciones de gran envergadura y las de plata para las transacciones pequeñas amplitud, como por ejemplo las compras de sustentos básicos para la vida diaria. El no ingreso de las monedas de plata generaba una alteración en la economía local, y esto sucedía porque las pequeñas transacciones se veían diezmadas por la falta de circulante, llevando a cualquier tipo de compra y venta, y en especial a las de primera necesidad a su alteración, generando con esto, un problema que no era menor para las aspiraciones de la Revolución.
Como contraparte a esta forma de presión por parte del gobierno de Manuel Montt, los Cópianos deciden desarrollar su propio circulante; tras el financiamiento de la familia Gallo Goyenechea, el apoyo de los fondos municipales, arcas fiscales y de la junta de minería se acuñan más de 400.000 monedas de plata, las cuales, pasarían a reemplazar al metálico oficial, con éstas monedas de plata, y cuya ley era muchísima más alta que de los pesos oficiales, lograban solucionar el grave problema económico que significaba quedar sin circulante y así nace lo que se conocería como el “Peso Constituyente.” A la vez se decide disminuir y por último detener las embarcaciones de plata hacia Santiago con el fin de tratar de colapsar, en una vuelta de mano, el sistema monetario que manejaba el Estado de Chile y el cual dependía casi absolutamente de la plata que se explotaba en el “Mineral de Chañarcillo.”
El peso constituyente se diseño y se construyó en la antigua fundición perteneciente al ciudadano argentino Alejo Molina. Esta antigua fundición de herrería ubicada en calle O’Higgins esquina Chacabuco -donde actualmente se encuentra el paseo de la cultura- fue el lugar donde se acuñaron los 400.000 ejemplares del Peso Constituyente los que estuvieron bajo la dirección del ingeniero Anselmo Carabantes. Desde esta fundición fue que se confeccionaron los Pesos Constituyentes y posteriormente los cañones de la Revolución.
Construir los Pesos Constituyentes fue una enorme tarea y un reto bastante complejo para el ingeniero Carabantes. Junto con la ayuda de Juan Meliton Van Buren y los hermanos de nacionalidad inglesa Archivald y Joseph Brower tuvieron que sistematizar la acuñación de monedas a través del trabajo de una fragua, hornos y un ventilador que trabajo gracias a la modificación de una maquina a vapor especialmente acondicionada para los objetivos de la Revolución. El diseño de la moneda pertenece a un joyero y relojero Frances que trabajó en la ciudad y cuyo nombre no se ha podido, aún, averiguar.
Tres días se demoraron en presentar los primeros doce diseños de monedas a Pedro León Gallo que se encontraba en el campamento de Pichincha. Luego de la definición del modelo final se comenzó la acuñación masiva de la nueva moneda la que debería solucionar el problema que había generado la medida del entonces presidente Manuel Mont. Este hecho es una de las piezas fundamentales dentro del concepto de Revolución. El diseño de un sistema monetario paralelo no había tenido -ni tuvo- paralelo en la historia de Chile y es uno de las vertientes que confirma la intencionalidad del movimiento como una Revolución y la aleja de la representación de “movimiento armado” que se la ha intentado otorgar en la literatura oficial. A esto debemos agregar la visión laica del movimiento, lo cual, en el futuro, sería uno de los factores por los cuales, los liberales rojos donde pertenecía Pedro León Gallo, serian traicionados por los liberales conservadores que apoyaban a la iglesia.
El Peso Constituyente se distribuyó al público a través del encargo de que se podía realizar a la casa de monedas que se había creado en Copiapó. Esto era: cada ciudadano podía pedir una cantidad de pesos constituyentes para lo cual debía o podía presentar su mineral de plata. Este mineral era pasado por el ensayo de metales para definir su ley, y si era apto se aceptaba y del total de las monedas que se acuñaban, se debía cancelar una comisión del 6% para los operarios monederos norteamericanos. De los 400.000 pesos constituyentes que se acuñaron en la fundición Alejo Molina cerca de $300.000 fueron administrados a particulares y $100.000 al ejército.
El sistema económico que se desarrollo al interior de Copiapó fue un movimiento estratégico, complejo, valiente, vanguardista y el cual alcanzó a las ciudades de Caldera y Vallenar. Para que esto trascendiera hacían falta dos condiciones fundamentales. Primero: la visión global del sentido de la Revolución, o sea, la orientación sistemática de los pasos a seguir para lograr la meta: derrocar al presidente Manuel Mont, quebrar al gobierno despótico y autoritario y potenciar a las provincias, principales subsidiarias del Estado; y segundo la creencia del pueblo y la fe, que estos tenían, hacia los lideres de la Revolución Constituyente, es especial en la figura de Pedro León Gallo lo cual no fue resultado ni de inmensas campañas populistas ni de inversiones desproporcionadas en publicidad como se ve en la actualidad en las campañas políticas… sólo fue la respuesta a una situación integral de la región, a una coherencia en los sentimientos sobre la civilidad que nos corresponde como Atacameños lo que llevó al pueblo a organizarse a tal nivel -hecho único en la historia de nuestro país, sin analogías- y demostrar las capacidades tanto económicas, intelectuales y administrativas que existían en la región de Atacama.
Esto fue la muestra sustentable de unas los objetivos más ocultos de la Revolución: la instauración de un sistema Federalista en Chile. Una de las ideas que en Chile -¿Acaso hoy no?- desde los días del presidente Ramón Freire y del legislador José Miguel Infante por allá en el año 1826.
Este sistema monetario comenzó a desaparecer luego de la batalla de Cerro Grande, la que se dio a cabo el 29 de abril de 1859. Los Revolucionarios quedaron vencidos ante el ejército Chileno dando fin al sueño revolucionario de Pedro León Gallo. A pesar de que parte de los objetivos se lograron, por ejemplo Manuel Mont tuvo que renunciar a la idea de perpetuar su legado a través de Antonio Varas y dar el paso a José Joaquín Pérez para la instauración de los gobiernos liberales, las ideas más profundas de la revolución quedaron olvidadas tanto de la memoria de los copiapinos como de los libros oficiales. Una de las primeras medidas del gobierno de Manuel Montt en contra del peso constituyente fue penalizar su uso bajo la acusación de falsificación y desobediencia.
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